LITERATURA POLICIAL
Si nos preguntamos por qué las
historias policiales y sus investigadores son tan
famosos, la respuesta es
sencilla: el misterio de un caso sin resolver siempre
nos atrapa porque desafía nuestra
inteligencia. Esto sucede tanto en la
ficción como en la vida real.
Los delitos encierran misterios,
porque quien los comete no quiere ser descubierto. Para
evitarlo, disimula y borra
pruebas. Entonces aparecen los detectives y la gente común
quienes, con los datos que
tienen, arman una especie de rompecabezas en el que, poco a
poco, las piezas van encajando.
El cuento policial es una
narración breve. Los hechos que en él se relatan no son reales, sino
ficcionales, es decir, nacen de
la imaginación del autor. El cuento suele tener pocos personajes
y una línea de acción única y
concentrada.
En el caso del cuento policial,
la trama gira en torno a un delito o crimen, y lo que se narra es
el proceso para resolverlos.
Edgar Allan Poe (1809 – 1849), afirmaba que, para hacer un
cuento policial, se necesitaban
los siguientes elementos:
• el delito debe presentarse como
un enigma, es decir, un misterio que parece no tener
explicación;
• todas las pistas conducen a un
sospechoso, que muchas veces termina siendo
inocente;
• la policía no puede resolver el
caso, y será un detective u otra persona con ingenio y
sagacidad la que llegue a la
solución gracias a su capacidad de observación y
deducción; y
• en el final, se aclara el
misterio de manera inesperada.
La huella roja
Un día el
profesor William Eston tocó la puerta de mi casa, yo abrí y lo invité a pasar.
Él
me contó que en
su escuela se habían robado las respuestas de un examen. Yo acepté
investigar el
delito y me dirigí hacía la escuela.
En la escuela
todo estaba muy silencioso, el profesor me llevó hacia su oficina donde
se habían
robado las respuestas. Éstas habían aparecido debajo del banco de la estudiante
Cisne (le
decían cisne por su piel blanca). Ella negaba todo, decía que jamás había
robado las
respuestas. El
profesor le creía porque era muy buena estudiante. Yo investigué el lugar del
crimen y
observé una huella de zapatilla color roja. Le pregunté al profesor cuántos
estudiantes
estudiaban en esta escuela, él me respondió que eran seis estudiantes:
Patricio,
apodado Pato;
Carla, Julieta, Tomás, Carlos y Florencia.
Cuando los
estudiantes estaban en clase entré a sus habitaciones, observando y
deduciendo
logré descifrar el misterio.
Me dirigí hacia
la oficina donde se encontraba
William Eston y
le dije:
-He resuelto el
misterio. Las huellas venían de las
zapatillas de
Pato que al estar pintadas a mano y pisar
con fuerza, la
pintura se sale y deja una huella única de
color rojo.
-¿Y cómo entró
a mi oficina si la puerta estaba cerrada?
-Él sabe que
siempre usted deja una llave de repuesto debajo de la alfombra de la
puerta de su
oficina.
-Gracias por
resolver el misterio, se lo agradezco mucho.
-No fue nada.